Iniciar tu camino como inversor, sin asesoramiento profesional, puede ser emocionante pero también lleno de trampas comunes. Muchos inversores novatos en España tropiezan una y otra vez con los mismos errores clásicos que ponen en riesgo sus ahorros y frustran sus objetivos.
A continuación, repasamos los diez errores más frecuentes al gestionar una cartera por cuenta propia, explicando por qué ocurren, sus consecuencias con ejemplos prácticos y cómo evitarlos. En esta primera parte, abordamos los cinco primeros. ¡Toma nota para no caer en ellos!
1. No definir objetivos claros ni un plan de inversión
Uno de los primeros tropiezos es empezar a invertir sin tener un objetivo financiero definido ni un plan. Entrar al mercado sin saber para qué inviertes (jubilación, compra de casa, estudios, etc.), qué plazo manejas o qué rentabilidad esperas puede llevarte a decisiones erráticas. Si no sabes adónde quieres llegar, cualquier camino (o producto financiero) parece válido, y es fácil desviarse.
Cómo evitarlo: Tómate el tiempo de planificar. Establece metas concretas (importe y fecha) y diseña tu plan de inversión en función de ellas. Un plan claro será tu hoja de ruta para decidir en qué productos invertir y te servirá de guía cuando tengas dudas.
Tip: Tómate el tiempo de planificar. Establece metas concretas (importe y fecha) y diseña tu plan de inversión en función de ellas. Un plan claro será tu hoja de ruta para decidir en qué productos invertir y te servirá de guía cuando tengas dudas
2. Invertir sin tener en cuenta la inflación
Muchos ahorradores principiantes, por aversión al riesgo, optan por no invertir o hacerlo solo en productos “seguros” (cuenta corriente, depósitos, fondos garantizados) sin considerar el impacto de la inflación. El problema es que, si tu dinero no crece por encima del IPC, en realidad estás perdiendo poder adquisitivo. Dicho de otro modo: mantener 10.000€ bajo el colchón o en una cuenta al 0% durante un año con 5% de inflación equivale a que tu dinero “valga” 5% menos al cabo de ese tiempo.
Tip: Sé consciente de que no existe rentabilidad sin riesgo hasta el dinero “parado” tiene el riesgo silencioso de la inflación. Para preservar tu nivel de vida, necesitas que tus inversiones rindan al menos lo que suben los precios. Esto no significa apostar todo a productos agresivos, sino encontrar un equilibrio: por ejemplo, inversiones conservadoras (renta fija, fondos indexados defensivos, etc.) que, sin ser libres de riesgo, puedan batir la inflación en el largo plazo.
3. Olvidarse del colchón de emergencia
Otro error crítico es lanzarse a invertir sin haber construido antes un fondo de emergencia o colchón de liquidez. Este fondo es un monto de dinero reservado en productos muy líquidos y seguros (p.ej., cuenta remunerada, depósito, fondo monetario) al que puedas recurrir ante imprevistos (avería del coche, perder el empleo, una emergencia médica, etc.). Muchos inversores novatos se saltan este paso previo y luego, si surge un gasto inesperado, se ven obligados a deshacer inversiones en el peor momento posible.
Tip: Antes de empezar a invertir, ahorra un colchón de emergencia de entre 3 a 6 meses de tus gastos (o incluso más, según estabilidad laboral). Mantenlo en un lugar seguro y accesible. Así, si viene una mala racha, podrás tirar de ese fondo en lugar de tocar tu cartera de inversión.
4. Asumir un nivel de riesgo inadecuado a tu perfil
El riesgo es un componente inherente a la inversión, pero un error frecuente es pecar de demasiado conservador o, por el contrario, lanzarse a riesgos excesivos que no encajan con tu situación. La “cartera perfecta” para ti será aquella alineada con tu perfil de inversor: ni tan segura que rente menos de lo necesario, ni tan arriesgada que te quite el sueño. Muchos principiantes no evalúan esto y se ubican en un extremo u otro.
Tip: Determina tu perfil de riesgo antes de invertir: esto depende de tu situación financiera, horizonte temporal y tu propia tolerancia psicológica a las pérdidas. Si eres joven y con ingresos estables, podrías permitirte más riesgo (más renta variable) que alguien cerca de la jubilación o con responsabilidades familiares, pero solo hasta donde te sientas cómodo. Un truco: si las caídas normales del mercado te quitan el sueño, quizás tienes una exposición a riesgo demasiado alta. Por el contrario, si tienes décadas por delante y buscas crecimiento, quizá debas asumir algo más de riesgo que tenerlo todo en activos ultraconservadores. En la práctica, muchas plataformas ofrecen tests de perfil inversor para orientarte. Con esa información, arma una cartera equilibrada: por ejemplo, si tu objetivo es a corto plazo, prioriza activos conservadores; si es a largo, podrás incluir más renta variable. Recuerda: el nivel de riesgo debe ser “el adecuado como un guante” para tus necesidades y temperamento, ni más ni menos.
5. Dejarse llevar por las emociones
La psicología juega malas pasadas a los inversores. Dos emociones en particular, el pánico y la codicia, provocan decisiones desacertadas. Es típico que el inversor novel, al ver caídas en el mercado, entre en pánico y venda en el peor momento; o al ver euforia generalizada, compre activos sobrevalorados por FOMO (“miedo a quedarse fuera”). Este comportamiento emocional lleva a lo contrario de la regla básica: muchos terminan comprando caro y vendiendo barato, justo al revés de lo deseable.
Tip: La clave es invertir con la cabeza fría, no con el corazón. Elabora una estrategia y síguela disciplinadamente independientemente del ruido diario. Si tus inversiones caen, recuerda tu horizonte de largo plazo y evita reaccionar impulsivamente. Por otro lado, no compres algo solo porque todo el mundo habla de ello; analiza si realmente vale la pena y encaja con tu plan. Muchas veces, “no hacer nada” es la mejor estrategia, es decir, mantener tus posiciones cuando las noticias provoquen euforia o pánico a tu alrededor. Para lograrlo, ayuda mucho formarte en finanzas conductuales: entender sesgos como la aversión a la pérdida, el efecto manada o la sobre confianza te permitirá reconocerte cuando estés actuando por sesgos y corregir el rumbo. Recuerda que incluso los profesionales sienten esas emociones, pero un buen inversor aprende a controlarlas y no tomar decisiones en caliente.
¿Te has sentido identificado con alguno de estos errores?
No te preocupes, reconocerlos es el primer paso para tomar mejores decisiones financieras. Y recuerda que aún quedan otros cinco errores igual de comunes y, en muchos casos, igual de costosos para quienes invierten por su cuenta.
En la segunda parte de este artículo, que publicaremos muy pronto, hablaremos de aspectos como la falta de diversificación, la obsesión por el corto plazo o el error de no revisar tu cartera periódicamente.
Y si prefieres contar con el acompañamiento de un equipo profesional que te ayude a evitar estos errores desde el primer momento, en Miraltabank estamos para ayudarte.
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