Introducción a la Teoría Moderna de Carteras

Hemos dedicado las dos primeras entradas de nuestro blog a hablar de los peligros que entraña la inflación para el poder adquisitivo del individuo, y de las virtudes del interés compuesto para inversores y ahorradores. Queremos completar esta especie de trinidad de la inversión con un tercer elemento, la diversificación de activos.

Aconseja el refranero popular “no poner todos los huevos en la misma cesta” ni “jugarlo todo a una carta”, e incluso previene de los peligros de “apostar a caballo ganador”. Son todas expresiones que se refieren a la misma idea: no correr riesgos innecesarios al concentrar todas las expectativas en que vaya a suceder una única cosa, pues si esta no se cumple perderemos todas las esperanzas que hayamos puesto en ella… o algo más que la esperanza.

Si nos llevamos estas expresiones al terreno de la inversión, nos topamos inmediatamente con el concepto de la diversificación de activos: si un inversor concentra todo su capital en una única apuesta, corre el riesgo de ganarlo todo… o perderlo todo de golpe. En cambio, si divide sus apuestas de forma equilibrada, está dividendo también los riesgos que corre, de manera que si se equivoca en una de ellas no arrastra al resto de la cartera en la caída. Sin embargo, si acierta, el resto de la cartera se verá beneficiado por la capacidad para generar rentabilidad extra.

Diversificación de activos

Los fundamentos de la diversificación tal y como la conocemos hoy en día parten de la Teoría Moderna de Carteras (Modern Portfolio Theory), diseñada por el economista estadounidense Harry Markowitz en 1952. Markowitz fue discípulo de Milton Friedman y Jacob Marschak; bajo su supervisión, desarrolló su teoría a raíz de tomar la decisión de aplicar las matemáticas al análisis bursátil como tema central de su tesis doctoral, un enfoque muy novedoso en la época y hoy ampliamente extendido como práctica habitual en la industria de inversión.

El gran descubrimiento del economista, por el que fue laureado con el premio Nobel de Economía en 1990, fue que las carteras de valores debían construirse atendiendo no solo a los retornos potenciales, sino también a las fuentes de riesgo (volatilidad) presentes en ellas. Por tanto, el inversor debería dejar de concebir su cartera como una colección de distintas inversiones, atendiendo a las características individuales de cada una de ellas, para empezar a abordar su cartera de inversión como un todo, como un rompecabezas en el que insertar las distintas inversiones previo análisis de sus características individuales de rentabilidad/riesgo para determinar cómo podían comportarse en conjunto y, así, determinar un nivel de retornos en relación con el riesgo asumido.

Las ideas de Markowitz dieron lugar a la cartera 60/40, compuesta por un 60% de bonos – que añaden un componente de estabilidad y generación de rentas- y un 40% de acciones, que añaden volatilidad y la posibilidad de retornos más elevados. Aunque esta cartera modelo haya perdurado durante décadas, hoy los planteamientos de Markwotiz han sido puestos bajo una revisión crítica por parte de muchos gestores, entre los que nos incluimos, porque el comportamiento hoy en día de los activos, especialmente de los bonos, es muy diferente del que presentaban a final de la década de 1950 debido en gran parte a las políticas monetarias extraordinariamente laxas aplicadas por los principales bancos centrales del mundo desde 2008.

La situación en España

A pesar de que los descubrimientos de Markowitz ya tienen 70 años de vida, han tardado en calar sobre grandes capas de la población. Lo demuestra por ejemplo la Encuesta de Competencias Financieras que realizaron el Banco de España y la CNMV en 2016, que determinó que un 51% de los españoles no entendía el concepto de diversificación del riesgo.

La Encuesta detectó grandes variaciones en las respuestas dependiendo de las características demográficas de los sondeados, de modo que presentaban mejor comprensión sobre el concepto de diversificación de los riesgos los individuos con estudios superiores y las rentas altas (más de 44.500 euros al año); por sexos, los hombres demostraron mayor capacidad de comprensión que las mujeres. Por Comunidades Autónomas, Aragón y Madrid cosecharon un mayor porcentaje de aciertos, mientras que Andalucía y Castilla La Mancha se quedaron en las posiciones menos aventajadas.

En vista de estos resultados, desde Miraltabank pensamos que es necesario seguir haciendo pedagogía sobre este concepto, por su utilidad demostrada para ayudar a los inversores y ahorradores a tomar decisiones cruciales sobre cómo proteger o hacer crecer su patrimonio. Para guiar a los inversores hacia una correcta diversificación de las carteras en función de su perfil de riesgo, en Miraltabank disponemos de un servicio propio de Gestión de Carteras y Fondos. Guiamos a nuestros clientes a través de nuestra estructura de arquitectura abierta, que nos permite construir carteras a medida con las que ayudarles a conseguir sus objetivos financieros.

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